Una
calle de Madrid. Martes por la mañana. Un coche para en un
semáforo y los peatones comienzan a cruzar el paso de cebra mientras
Springsteen lo acompaña como cada mañana.
Señores con corbata, una mujer con su maletín, una pareja de ancianos y… un
padre llevando de la mano a su hija (al colegio). Pasan frente al coche, y el
padre saluda al coche de al lado. Lo saluda efusivamente y le hace el gesto del
pulgar para arriba. La curiosidad hace girar la cabeza del conductor. Y a
quienes ve respondiendo al saludo y agradeciendo el gesto es a dos policías
nacionales en su coche.
No me lo han contado, no es
una historia, pues era yo el conductor.
Al verlo he recordado que había leído en varias
crónicas de esta semana cómo ciudadanos felicitaban a cualquier policía que se
encontraban, por la Operación Candy y por haber detenido al pederasta que tenía
atemorizado no sólo un barrio, un distrito
o una ciudad, sino a toda una sociedad en vilo. (*)
Hay
motivos de sobra para estar orgullosos de nuestras Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, nuestra reciente historia democrática está plagada de
ejemplos en los que Policía y Guardia Civil han cumplido la misión que el art.
104.1 de la CE les encomienda “proteger el libre ejercicio de los derechos y
libertades y garantizar la seguridad ciudadana”
.
Siempre
habrá una minoría (con altavoces a veces pequeños, otras más gritones) que pondrá
en duda su compromiso con las libertades y su defensa del Estado de Derecho. No
hablo de la crítica legítima a hechos puntales, hablo del cuestionamiento de
esas FyCSE, de las acusaciones de “opresión”, “estado policial” , de “policía
al servicio del Gobierno”. Acusaciones habituales de gran parte de la extrema
izquierda pero que se acentúan cuando quien gobierna no es un partido más o
menos de izquierdas.
Esa mañana al ver el gesto
me emocioné y recordé que, son estos
policías los mismos que tanto han hecho
(dejándose la vida literalmente) por la
lucha contra el terrorismo, los mismos que luchan contra el narcotráfico, contra la delincuencia organizada o contra la trata
de mujeres. Son los mismos. Son los
mismos que patrullan por la noche mientras nosotros dormimos. Son los mismos que protegen nuestras instituciones
cuando alguien pretende rodearlas u okuparlas. Son los mismos que se
infiltran en mafias, que guardan la espalda de nuestros representantes que así
lo requiere la ley. Los mismo que nos multan o nos hacen dar un rodeo incómodo
para no pasar cerca de una operación en marcha. Me emocioné como digo, y recordé lo que relataba brillantemente el periodista @manumarlasca en un artículo:
[…] la mayor parte de ese
equipo estaba formado por subinspectores, oficiales y policías, componentes
de la escala básica, la 'tropa' de la
Policía Nacional, a la que pocas veces damos el verdadero valor que tienen.[…]
A Antonio Ortiz se le acabó la suerte, porque el gimnasio al que acudió estaba vigilado por un policía del
Grupo de Atracos de la Brigada, uno de
esos agentes movilizados ante la importancia de la investigación, que acababa
su jornada en su destino y se ponía a las órdenes de los encargados de la operación Candy.
Sí
señores. Son los mismos. Los mismos que vigilan sin que te des cuenta en la entrada de un colegio, en la calle
Preciados o en una manifestación.
¡Ojalá siempre tuvieran el
mismo reconocimiento!. Obviamente nos toca más de cerca (sobre todo a quienes
somos padres) cuando el peligro tiene alma de alimaña y la presa son nuestros
niños. Pero reconozco que me gustaría que
el sectarismo político de algunos no contribuyera cada 2 por 3 a tratar de
desprestigiar una de las instituciones que más valoramos los ciudadanos.
Ellos
velan por lo más sagrado, nuestras libertades y la vigencia del Estado de
Derecho. Sin esa garantía, la democracia es sólo una palabra con la que
rellenar discursos demagógicos. Por eso, pido humildemente, que nos acordemos de
todo, que son los buenos (sí tan simplista y tan cierto como eso), que
cuando aguantamos un atasco por un control, cuando intentan que las legítimas expresiones
ciudadanas se desarrollen por cauces normales y legales, cuando nos multan, en
definitiva, cuando su autoridad al servicio de la ley nos impida llevar al
extremo nuestro “libre albedrío”, pensemos que "esos" que tenemos enfrente, son los que, quizá, un día, quizá pueden salvarnos la vida
o la de un ser querido, pero todos los días trabajan para que vivamos en una democracia con plena libertad.
(*) La imagen de este post corresponde a la
viñeta de «Fe
de ratas» de José María Nieto en ABC el pasado 25 de
septiembre. Una viñeta por la que
el autor será condecorado por el Cuerpo de Policía con la
Cruz al Mérito de la Policía con Distintivo Blanco.